No he tenido ninguna duda a la hora elegir el título de mi post.
Dos años después, recordando siempre aquel 13 de marzo de 2020 en el que salíamos despavoridos de Sevilla, con el negro augurio de lo que nos venía por delante, más de 200 profesionales nos hemos juntado en el VII Congreso de Innovación de Despachos Profesionales. Esta vez, el lugar elegido ha sido Barcelona, con un auditorio espectacular, un alojamiento de lujo y unos compañeros para quitarse el sombrero.
De nuevo, programas de automatización que mejoran nuestro día a día, bases de datos profesionales, gestores documentales, conciliadores bancarios, portales on line, se presentaban en lo que demuestra, un claro ímpetu y deseo de mejora de todos los que aquí nos hemos juntado.
Sin embargo, el que os escribe, ha sentido que este Congreso, ha sido distinto, ha sido un volver a recuperar sensaciones, abrazos, sonrisas, gestos, que nos harán sin duda mucho más fácil el camino laboral que tenemos por delante. Sin duda alguna, ha sido el Congreso de las personas.
Se han puesto en valor muchos temas, con charlas interesantísimas que tenemos en el recuerdo y cuyo contenido poco a poco iremos poniendo en valor y en funcionamiento en nuestros despachos. Todos, en mayor o menor medida, hemos pensado con que programa optimizaremos, mejoraremos, ayudaremos a que nuestros equipos trabajen con un método más adecuado con el firme deseo siempre de encontrar la excelencia.
En cambio, durante todo el congreso ha habido un "run run" especial. Hemos visto, hemos observado, hemos notado, que todo lo que rodea nuestra profesión, tiene un punto de inflexión y destino que no podemos nunca obviar. Las personas, nuestras personas, esas personas que trabajan codo a codo con nosotros, pero también, esas personas que nos esperan en casa cuando volvemos de un día malo de trabajo. Cuidemos los detalles, demos importancia a esa llamada de teléfono de nuestra madre por muy cansados que estemos, a esa sonrisa y solicitud de juego de nuestros hijos pese a que hemos tenido uno de los peores días, a ese beso o cariño de nuestra pareja aunque nuestra intención sea encerrarnos en nuestro cuarto.
Pero ojo, para que todo esto salga adelante, para que todo esto fluya, hay una persona muy importante que tiene que cuidarse, mimarse, poner límites y trabajar en su "auto yo". ¿Sabes quien esa persona? Tú, en este caso que estás leyendo, o Yo, que estoy escribiendo este post. Solo si nosotros pensamos en nosotros podremos cuidar esa llamada, ese juego, o esa caricia. Personas para personas.
No somos robots, no somos un teléfono móvil que se carga en minutos cuando no tiene batería, no somos una máquina, no somos un centro de producción, no somos un aparato que con un ON/OFF funciona o deja de funcionar. Somos personas y como tales, podemos y debemos poner unos límites y también solicitar un respeto. No todo vale, no todo tiene por qué valer.
Apuntaros esto. Una asesoría, una gestoría, no es un ente, sino que es un grupo de personas, con sus defectos y sus virtudes, cuyas familias también tienen enfermedades, problemas y que por supuesto tienen el derecho al descanso. Las asesorías, son personas.
DIcho esto, y con un importante subidón por un montón de muestras de cariño que he recibido en el congreso, quiero decir abiertamente, que personalmente, necesitaba ese contacto con la gente, ese abrazo, esa sonrisa, esa complicidad, y por supuesto, refrendar esa colaboración que siempre, en el Club de Innovación hemos tenido.
Feliz y contento, con un impresionante tormenta de ideas y con el firme deseo de mejorar personalmente, para poder ayudar a los demás, con una meta y un propósito, "ser mejor con mi familia y ser mejor con mi equipo" algo, que solo podré lograr, si "mi Yo" está fuerte y trabaja para poner los límites y condicionantes necesarios, para que nuestros cimientos personales permitan hacer crecer nuestro edificio profesional.
Siempre con una sonrisa. Siempre con un propósito de mejora. Siempre, con la ilusión por bandera.
Sigo sin tener dudas. Ha sido, el "Congreso de las Personas".
Alberto Joven
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