domingo, 21 de diciembre de 2025

Navidad... ese tiempo de reflexionar

 

Vuelvo a escribir en este espacio, un rincón que abrí hace muchos años, el mismo día en que recibimos una noticia fatídica, en recuerdo de mi padre. Nació en un momento de dolor, pero también de necesidad de ordenar pensamientos, de dejar constancia y de seguir adelante. Desde entonces, este lugar ha estado conmigo, aunque el día a día —el trabajo, las responsabilidades, las urgencias— lo haya ido dejando en silencio. No por falta de cariño, sino por falta de tiempo y, quizá, porque hay momentos en los que uno necesita parar antes de volver a decir algo con sentido.

La Navidad tiene eso, te obliga, casi sin pedir permiso, a detenerte, a pensar, a hacer balance, a mirar el año que se va con honestidad: lo bueno, lo malo y lo regular, los retos asumidos y los conseguidos, aquello de lo que sentirse orgulloso y aquello que aún queda por corregir. Es el momento de preguntarte dónde has puesto el foco y dónde tendrás que poner la solución.

Cuando lo das todo, aparecen decepciones por el camino, personas que no responden, proyectos que no salen como esperabas, esfuerzos que no siempre son reconocidos. Pero si algo he aprendido es que la clave está en mantenerse fiel a las propias ideas, seguir luchando, trabajar con constancia y rodearte de quienes caminan contigo, de los que creen, de los que suman y de los que permanecen.




La Navidad también es mirar atrás y darte cuenta de quién eras, entender quién eres hoy y pensar, con cierta responsabilidad, en quién quieres ser mañana. Reconocer la evolución, los cambios, las decisiones tomadas y asumir que crecer implica aprender, equivocarse y volver a empezar.

Navidad es familia, es la gente que está y la que falta, la que echas de menos y la que nunca estará, pero sigue ocupando un lugar. Es tomar conciencia de que el tiempo es limitado y de que, muchas veces, se lo robamos —sin querer— a quienes conviven con nosotros, a quienes nos acompañan en el día a día, a quienes esperan comprensión, presencia y respeto. Por eso importan tanto los pequeños gestos: un buenos días, un por favor, un gracias, un beso en la mejilla.

También es un momento de reflexión silenciosa sobre todo lo que has dejado de vivir por el camino, porque elegir un rumbo implica renuncias, porque luchar y esforzarse por un proyecto, por un futuro mejor, por quienes trabajan a tu lado y por dar lo mejor a tus hijos tiene un coste. Y aun así, merece la pena.

Navidad es pausa, es conciencia, es verdad.

Pero no lo olvidemos, la Navidad no es solo una fecha. La Navidad también eres tú, en lo que haces, en cómo tratas a los demás y en el respeto que muestras hacia quienes comparten contigo su tiempo y su vida.

Cuidar este espacio también es una forma de cuidar la memoria, las ideas y el camino recorrido. Volveré cuando tenga algo que merezca ser escrito con calma y verdad.

Feliz Navidad.



Alberto Joven

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