jueves, 4 de marzo de 2021

Un año perdido...

... y que solo sea en el tiempo, ¿verdad?

Todos tenemos en la retina, aquella rueda de prensa 14 de marzo de 2020. ¡Qué susto! Teníamos ante nosotros, la situación más dura y dantesca de nuestras vidas. 

Miedo, incertidumbre, pensamientos en blanco... ¿Qué nos va a pasar? ¿Dónde vamos a ir? ¿Qué tenemos que hacer? ¿Y ahora qué?

Recuerdo, como si fuera ahora, los whatsapp en el grupo del Centro de Innovación de Despachos Profesionales, donde, unos cuantos, sin saber cuando ni como, nos lanzamos al ruedo e intentamos implantar unas estrategias, con sentido común pero sin ninguna base legal aparente, donde agarrarnos a lo que se nos venía por delante. Incertidumbre.

No me cabe duda, que el 15 de marzo de 2020, mediante una reunión en webinar que hicimos los despachos mencionados, más de cien personas conectadas marcará un antes y un después en la colaboración entre despachos profesionales. Entre personas, concretamente. A partir de ese 15 de marzo, 47 webminars, de una duración media de 90 minutos, de forma diaria. Daba igual viernes que sábados, que festivos... siempre había compañeros que necesitaban ayuda, aliento, una palmada virtual en la espalda. Allí estábamos todos, para animarnos y para gestionar políticas de trabajo en común. Fue nuestra salvación.

Jornadas laborales interminables, 50, 60, 70 horas semanales. Ojeras, indefensión, tristeza, estrés, ansiedad, miedo... mucho miedo. ¿Una cosa positiva? Durante marzo y abril de 2020, todavía no se había perdido la empatía. Y ahora, ¿dónde está?

Por aquella época, escribí un post, con lágrimas en los ojos, y fruto de la situación que se llamaba "No quiero que nos aplaudan. Solo que nos comprendan" Os podéis imaginar. En situación normal, ni nos han aplaudido, que no queríamos, ni nos han comprendido.




Lo he dicho una y otra vez. Jamás, nos compararemos con un médico que ha salvado vidas, pero nuestra función en este año, este año perdido, ha sido tal, que gracias a nosotros, los que trabajamos en un despacho profesional, se ha sustentado el país, con ingresos, gestiones, pagos, cobros, etc. Cuando nadie cogía el teléfono, ahí estaba tu despacho, que con miedo, con incertidumbre, sin contactos, sin saber a quien preguntar, intentaba solucionar un problema, que en muchos casos no dependía de él. Largas conversaciones, horas intempestivas, whatsapp a las 6 de la mañana, correos a las 11 de la noche... y tú asesor, ahí, respondiendo, animando ayudando, en lo que ha podido.

Pero también somos personas, y lloramos y tenemos miedo, y tenemos estrés, y ansiedad, y familiares enfermos, y amigos fallecidos... pero siempre hemos estado ahí. Por la situación, por profesionalidad, y por responsabilidad. Siempre ahí.

¿Y ahora qué? Vuelvo a preguntar. Normalidad... ¿dónde está la normalidad? ¿Alguien la ve? ¿Y por qué a nosotros se nos exige en plazos, normas, leyes, inspecciones,? Justo o injusto, es lo que tenemos. Poco podemos hacer, salvo hacerlo público y partícipe.

Compañeros con ictus, enfermedades nerviosas, ansiedad, estrés, problemas físicos y psíquicos, que vienen dados por un año, un año perdido en el que mucha gente, no ha sido capaz de reconocer lo más mínimo el esfuerzo que hemos hecho en los despachos.

Hay un dicho, muy chulo que a veces utilizo que dice "El que juzgue mi camino, le presto mis zapatos", y vaya si se los presto, y seguro que como yo, todos los que nos dedicamos a esta apasionante profesión.

Orgulloso estoy, y hablo en primera persona, de mi equipo, de mi gente, de los que me rodean, puesto que hasta en los peores momentos, hemos/han sido capaces de trabajar y luchar con una sonrisa. Hasta en las peores situaciones.

¿Qué nos hemos equivocado en algo? ¡Por supuesto! Líbrame de aquel dice no haberse equivocado nunca.

Empatía... ¿dónde estas? Recuerda, te sigo ofreciendo mis zapatos.


DEDICATORIA: 

A mi padre, por hacerme con su enfermedad fuerte, y animarme a escribir en este blog. A mi madre, por todo lo que me ha apoyado y ha sufrido y sufre por mi. A mis hijos, a los que el trabajo y la vida, les ha robado muchos momentos de su padre. Lo siento.  A ti, porque sin ti, todo sería más dificil...

Y por supuesto, a mis compañeros de trabajo, mi equipo, mi gente, y todos mis colegas de profesión que han sufrido este año, este año perdido. 

Gracias a todos por estar ahí


Alberto Joven

No hay comentarios:

Publicar un comentario